jueves, 2 de junio de 2016

Chernóbil: han pasado 30 años

Protones, neutrones, electrones... esta semana hemos aprendido muchas cosas sobre los átomos. La mayoría no conocíamos la palabra ISÓTOPO y tampoco nos sonaba de nada la estremecedora tragedia de Chernóbil.


Además de entender que los isótopos de un elemento tienen el mismo número de protones y distinto número de neutrones, hemos descubierto algunas aplicaciones de los isótopos radiactivos.

¡¡¡Resulta que tienen un papel decisivo en el funcionamiento de las centrales nucleares!!!


El 26 de abril de 1986, hace ahora 30 años, una explosión en el cuarto reactor de la central de Chernóbil (Ucrania), mientras se hacían pruebas en los sistemas, provocó el mayor accidente nuclear de la historia. 

Se calcula que la cantidad de radiación liberada a la atmósfera fue cien veces mayor que la de las bombas de Hiroshima y Nagasaki juntas. Las nubes de material radiactivo se extendieron por toda Europa y parte de Asia.


El balance de víctimas directas fue de 31 muertos. Sin embargo, se estima que entre 4.000 y 41.000 personas murieron por enfermedades producidas por la fuerte radiación a la que se vieron expuestas. En los meses siguientes, al contraer enfermedades relacionadas directamente con la radiación, como el cáncer, el número de víctimas llegó a superar los 200.000.

En la actualidad, la central nuclear se encuentra completamente desmantelada y abandonada.


Para impedir la filtración de nuevo material radiactivo del reactor al entorno, hace años comenzaron las obras de un nuevo sarcófago. El proyecto está previsto que concluya en 2017 y, según los expertos, está pensado para una duración de 100 años.

Los niveles de radiación son tan altos que los constructores sólo trabajan 5 horas al día durante un mes antes de tomarse 15 días de descanso para volver al lugar más terrorífico del planeta.

Las obras de descontaminación de todo el contenido del sarcófago concluirán en 2023.


Tras el desastre nuclear, miles de personas fueron evacuadas pero muchas volvieron a sus hogares meses después, desafiando a la radiación. Algunos, incluso, comen los alimentos que cultivan en sus huertas.

Paradójicamente, las zonas contaminadas están ahora más verdes y con más animales que antes de la catástrofe. Los expertos indican que esto se debe a que, en los últimos 30 años, no han sufrido la acción del hombre.

 

Aproximadamente 800 personas viven en la zona más radiactiva, dentro del área de 30 kilómetros alrededor de la central. La esperanza de vida no supera los 45 o 50 años.

Para hacernos una idea de la magnitud de la catástrofe, en la ciudad de Prípiat, cercana a la central, nadie podrá habitar durante los próximos 24 mil años.

Estas imágenes del programa de televisión "Informe Semanal" nos permiten hacernos una idea precisa de lo que ocurrió en aquel lugar hace ya tres décadas.

Todos deseamos que lo ocurrido en Chernóbil no se vuelva a repetir...


Fuentes: